jueves, 10 de febrero de 2022

“El elefante encadenado” Jorge Bucay.


Cuando yo era niño me encantaba el mundo mágico de los circos.

Me entusiasmaba ver de cerca a cada uno de esos animales que viajaban en caravana de ciudad en ciudad.

Durante la función todo me parecía maravilloso y deslumbrante, pero la aparición del elefante era mi momento preferido. La gigantesca bestia hacía gala de una destreza, u tamaño y una fuerza impresionantes. Era evidente que un animal así sería capaz de arrancar un árbol de un simple tirón. Y Sin embargo… Para mi sorpresa, después de cada actuación, el personal del circo encadenaba al elefante a una pequeña estaca apenas clavada en el suelo.

Esto era para mí un gran misterio. Aunque la cadena era gruesa y fuerte, un animal capaz de tirar abajo un muro con su fuerza podría fácilmente liberarse de la estaca y huir. ¿Qué sujetaba al elefante? ¿Por qué no escapaba?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía creía que las personas mayores lo sabían todo. Así que pregunté a mis profesores, a mi tenía y a mi madre por el misterio del elefante. Ellos me explicaron que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Como era lógico, les pregunte entonces: “Si está amaestrado y por eso no escapa, ¿por qué lo encadenan?”. Nadie supo responder a esa pregunta.

Mucho tiempo después, una noche, conocí a alguien que había viajado mucho por la India que me ayudó a encontrar la respuesta. El elefante ha estado encadenado a una estaca desde que era muy pequeño. Recuerdo que cerré los ojos y pensé en el pequeño elefante recién nacido atado a la estaca. Me lo imaginé empujando y tirando de la cadena, día tras día, tratando de soltarse…Casi podía verlo, durmiéndose cada noche agotado por el esfuerzo, pensando en volver a intentarlo a la mañana siguiente. Todo fue inútil: la estaca era demasiado fuerte para un animal recién nacido, aunque se tratara de un elefante. Hasta que un día, el más triste de sus días de su corta vida, el elefantito aceptó que no podía liberarse y se rindió a su destino.

Entendí entonces por qué el enorme y poderoso elefante que yo veía en el circo se quedaba encadenado: él estaba convencido de que nunca podría liberarse de su estaca. El pobre animal tenía el fracaso grabado en su memoria de elefante y jamás, jamás había vuelto a poner a prueba su fuerza…

Algunas noches sueño que me acerco al elefante encadenado y le digo al oído: “¿Sabes? Te pareces a mí. Tú también crees que no puedes hacer algunas cosas solo porque una vez, hace mucho lo intentaste y no lo conseguiste. Debes darte cuenta de que el tiempo ha pasado y hoy eres más grande y más fuerte que antes. Si de verdad quisieras liberarte, estoy seguro de que podrías hacerlo. ¿Por qué no lo intentas?”.

A veces me despierto pensando que mi elefante un día finalmente lo intentó y consiguió arrancar la estaca… Entonces sonrío y me imagino que el enorme animal sigue viajando con el circo porque le gusta mucho divertir a los niños, aunque por supuesto y no está encadenado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario